domingo, 20 de marzo de 2011

Cada dos o tres décadas...

Nuestro mundo evoluciona, cambia. De vez en cuando nos da codazos, nos sacude.
Cuando despertamos despues de la sacudida ya somos distinos, nosotros y el mundo.
Son episodios normalmente dolorosos y antagónicos donde se combina el miedo y la esperanza, en proporciones que varían según las personas y las circunstancias.

El ritmo de estos acontecimientos suele ser generacional, cada dos otres décadas. La anterior oleada de transición democrática fue la de finales de los 80 donde desaparecieron tanto la Unión Sovietica como Yugoslavia. A mediados también de la misma década se produjo la anterior catástrofe nuclear, Chernobil.
Acabamos de vivir (estamos viviendo) en mucho menos tiempo, en este caso meses, dos acontecimientos similares (aunque no iguales, sobre todo por la forma).
En Túnez y Egipto ya han sido derrocados sus respectivos dictadores y un cambio de aire liberador parece que sacude el mundo árabe.
Mientras, en Japón, una de las mayores potencias mundiales lucha contrarreloj para recuperarse y mantener a raya la amenaza de los reactores, aunque a lo largo de ayer y hoy las noticias que han llegado son mas tranquilizadoras y menos peores.
Sin darnos cuenta dejamos de lado lo más importante, todo cambia de la noche a la mañana.